No es exactamente así,
el agua ocupa el hueco minero, del que la empresa eléctrica Fenosa extrajo 94
millones de toneladas de lignito para alimentar una central térmica que sigue
funcionando en Meirama con carbón importado. La transformación del hueco de la
explotación en un lago ha sido una forma de cumplir con la exigencia legal de
restaurar la zona una vez que el lignito se acabó, es decir paliar los
efectos de ese gran impacto ambiental. Hace unos 40 años, cuando empezó la
actividad minera, no existía la legislación actual sobre Impactos ambientales. Ya
dedicaremos algún artículo a los impactos de la minería.
El lago, que ocupa
171 hectáreas, con 2,2 kilómetros de longitud, uno de ancho y 205 metros de
profundidad, está ubicado en la misma cuenca que el embalse que surte los
grifos de los hogares coruñeses, exactamente a 13 kilómetros de distancia río
arriba, y su gran capacidad permitirá, además de reservorio, de regular las inundaciones.
Un caso más “tradicional”
es la presa de las tres gargantas de China, aunque, por sus dimensiones, se
sale de los cánones normales de un embalse. Como cualquier otra obra ha
originado beneficios, incluso ambientales a la zona, pero también muchos problemas e impactos ambientales.